ODA A LA GARRAPATA.
La vida que llevas con tanto chupar, debe ser agotadora, Pepita. Toda rodeada de pelos y tu chupa que chupa. Te agarras bien a la piel de tu cliente y solo cuando te sacias lo abandonas. Slurp slurp, shuj, shuj. Me da asco pensar como vives, morena, con esa cabeza pequeña y ese abdomen que se hincha como un globo de piel curtida. Tu repugnante pedigrí no vale ni para limpiar heces.
Cuando te miro, solo puedo pensar sandeces, y preguntarme qué hace semejante cosa en la vida, chupa que chupa, y cómo acabaste en esto. Me cuesta mucho comprender cómo alguien puede hacer una vida profesional del chupar. Supongo que tu familia no ha podido educarte de otra forma y que tu madre era también una gran chupadora.
Ayer te vi, agarrada a la cadera de ese animal, chupando y chupando, mojada por los sudores de la zona, mostrando tu habitual falta de escrúpulos. Y te hiciste presa de mis sueños, toda la noche pensando en ti, huyendo de ti, porque chupabas mi alma y mi sangre, shuj, shuj.
Nadie pregunta por ti, nadie se ríe cuando te ve, haces llorar a los niños que aprenden la vileza viéndote trabajar. Tu nombre debería estar hecho con la g de guarra, la a de asco, la r de rata, la p de puta, y la t de trápala. Parking de infecciones.
No puedo nombrarte sin vomitar, por eso te he llamado Pepita, que suena a niña de pueblo. Pero ya se acabó, ya no chupas más. Me he puesto los guantes, y te arranco, y te lleno de alcohol y te quemo. Ya no sacarás más sangre de mi pobre perro, garrapata de mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario