Ser y vivir, y hacerlo sin ti. ¡Hay mayor dolor!. Que cárcel cruel este pequeño planeta, atrapado por su inmensa gravedad, sin poder fundirme en lo etéreo para conquistar las estrellas. Un insignificante y prescindible átomo de esa pequeña bolita azul que gira como un juguete evitando la constante amenaza de la muerte. Tan pequeñamente insignificante, que miopes morimos sin apreciar la luz de la verdad. Lo infinitamente pequeño se crece al ser incapaz de apreciar las potentes fuerzas universales, que en solo un pequeño soplo invisible de ondas terrorificas, acabarían en pocos segundos con lo que creemos enorme, diverso y delicado. Todo es un problema de magnitudes. Te crees importante porque has decidido jugar en la escala pequeña, microscópica. La escala donde se puede ver el odio, el amor, la sangre. Pero esas organizaciones espontáneas que llamamos vida, no son más que un grupo ordenado de partículas levantadas por el viento. Como ocurre en el desierto cuando el viento juega con la arena, levantando aqui unos granos, dejando alli acumulados otros, moviendo las dunas hacia quien sabe que espacio. Solo desde el cercano planeta Marte, nos costaría ya ver con un buen telescopio, una montaña como el everest. ¡Y pretendemos ver cada grano de arena!. Quizás solo seamos unos pequeños ilusos, llenos de ceguera universal.
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