Don Euro estaba triste, arrinconado, lloraba y anhelaba tiempos mejores,
suspiraba en la esquina, cabizbajo, Inmóvil y atado, comido por la artrosis
y rodeado de buitres al olor de la carroña
De las enormes cadenas que ataban sus tobillos, la bruja Merkel tiraba con fuerza
y con risa pedigüeña y maliciosa, con los ojos abiertos y ensangrentados
con las babas liberadas por la malaleche cayéndole desde las comisuras hasta la barbilla
conducidas por esas enormes grietas de su cara, gritaba y gritaba:
¡Nunca escaparás, nunca escaparás. !
Suplicaba D. Euro, pedía por sus hijos, imploraba justicia para los españoles
lloraba por los griegos, desesperaba, por los italianos, gritaba por todos
los pobres que había abandonado
Por las tardes, lo vigilaba un chino, por las mañanas, un alemán
y estaba en la puerta un tal Rajoy que solo decía dejadme, dejadme a mi también.
Y la Merckel se reía y decía: pobre desgraciado D. Euro, mira que de gente tengo para seguir custodiando tu esclavitud.
Este autor aburrido
llamado D. Clemente Oliveros
os recuerda el escrito
por si D. Euro volviera,
y pudiera pagar la autoría.
Otros, más de los desesperados, preguntaban
¿Donde está D. Euro?
y los que lo oían de hombros se levantaban, decían ummm...
D. Euro, vuelva por favor, clamaba la hambruna generalizada
donde estás D. Euro, gritaban los sintecho
D. Euro, y mi futuro, vuelva Usted
decían los jóvenes.
Todas las tardes, un grupo de caballeros lustrosos, con frac y bombín negro y pañuelo,
con bragueta abierta enculaban a D. Euro sin piedad, toma, toma, decían a carcajadas .
Ellos esclavos un día de las bondades del euro, ahora arrinconado y escondido no podían evitar
ser malvados, y dar por culo al euro era su mayor satisfacción diaria. Por la mañana decían a sus clientes que no sabían donde estaban, decían que ellos no lo tenían, que no podían dar ninguna fracción, cuando en verdad, lo tenían en su totalidad
¡Hay D. Euro!, decían los de negro:
Cuando fuiste D. Juan
nosotros te alabamos
y a todos le dimos un poco
para que se enviciaran
ahora solo recuerdan tus dorados cabellos
y por las calles lloran tu ausencia
todos recuerdan tus bondades,
todos recuerdan tus alegrias
a todos los que te acariciaron
dejaste tu marca especial de felicidad
Los que clamaban por ti, decían:
¡Fuiste nuestro héroe nacional
nuestro gran libertador!
y ahora, sin ti... ¿que será de nosotros?
¿Vendrán los del sombreo de copa
también a darnos por detrás?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario